En otras ocasiones he hablado del proyecto Capoeirarab, que busca crear a través de la capoeira una red social de amistad y apoyo en Siria. Hoy la política internacional ha salpicado el proyecto, privándolo de uno de sus sustentos más importantes: la escuela americana de Damasco, que cerrará el 6 de noviembre sus puertas.
La escuela, Damascus Community School, publica en su página web un comunicado en el que anuncia su cierre por orden del gobierno sirio. A este centro de enseñanza primaria, referente internacional en Siria, envían a sus hijos diplomáticos, empresarios y otros residentes extranjeros en Damasco, además de un buen número de sirios de alto poder adquisitivo que desean iniciar a sus hijos en la lengua inglesa desde niños, y facilitar que en algún momento puedan continuar sus estudios en un centro superior o universidad de Estados Unidos. El resultado es un centro que desde 1957 imparte clases siguiendo el programa de estudios de las escuelas estadounidenses a niños de más de 40 nacionalidades distintas, y que lleva asociada una consistente labor diplomática y social.
El pasado 26 de octubre el gobierno sirio dio la orden de cerrar el centro en represalia por los ataques lanzados por cuatro helicópteros estadounidenses procedentes de Irak, que violaron el espacio aéreo sirio en la zona de Abu Kamal, a unos ocho kilómetros de la frontera iraquí, y atacaron un edifico civil en construcción, causando la muerte de ocho civiles. Oficiales estadounidenses negaron la muerte de civiles, a pesar de que los ochos féretros que aparecen en la foto que acompaña sus declaraciones hablan por sí solos, y se felicitaron por haber acabado con la vida de "un terrorista de Al Qaeda", en línea con su determinación de operar bajo una "definición expansiva de autodefensa" que legitima los ataques a militantes en países soberanos sin su consentimiento.
No se hizo esperar la reacción de Siria, que ordenó el cierre de dos centros estadounidenses en Damasco: el centro cultural y la escuela primaria, dos vínculos que ayudaban a mantener lazos entre la sociedad civil de ambos países. La embajada estadounidense en Damasco, por su parte, ha suspendido sus actividades administrativas y ayer se cerró durante la manifestación que se celebró a sus puertas para pedir explicaciones por el ataque.
Con el cierre de estos centros, represalia por un ataque ilegal e injustificado a su territorio, Siria y Estados Unidos se distancian más si cabe de un posible diálogo que centros como este tratan de fomentar: la escuela americana, inmersa en un gran número de actividades de la vida social damasquina, planteaba como uno de sus objetivos conseguir “una mayor concienciación e implicación social de sus estudiantes y de toda la comunidad”, y patrocinaba proyectos de recaudación de fondos en apoyo a víctimas iraquíes y palestinas.
Además, los niños de la escuela recibían clases de capoeira de Tarek Alsaleh, Musa Mokraoui, y los alumnos sirios y de otras nacionalidades que los acompañan en la difusión de esta disciplina a lo largo y ancho de Siria. Dos veces por semana, durante el descanso entre asignaturas, practicaban los pasos, cantaban al son del birimbau, aprendían a tocar los instrumentos de la capoeira y de paso algo de portugués, la lengua de esta disciplina. Esta actividad con niños de los entornos más privilegiados de Siria servía para mantener la financiación necesaria para las actividades con los más desfavorecidos, los niños de los barrios de refugiados palestinos e iraquíes a los que Capoeirarab da clases gratuitamente.
La escuela, Damascus Community School, publica en su página web un comunicado en el que anuncia su cierre por orden del gobierno sirio. A este centro de enseñanza primaria, referente internacional en Siria, envían a sus hijos diplomáticos, empresarios y otros residentes extranjeros en Damasco, además de un buen número de sirios de alto poder adquisitivo que desean iniciar a sus hijos en la lengua inglesa desde niños, y facilitar que en algún momento puedan continuar sus estudios en un centro superior o universidad de Estados Unidos. El resultado es un centro que desde 1957 imparte clases siguiendo el programa de estudios de las escuelas estadounidenses a niños de más de 40 nacionalidades distintas, y que lleva asociada una consistente labor diplomática y social.
El pasado 26 de octubre el gobierno sirio dio la orden de cerrar el centro en represalia por los ataques lanzados por cuatro helicópteros estadounidenses procedentes de Irak, que violaron el espacio aéreo sirio en la zona de Abu Kamal, a unos ocho kilómetros de la frontera iraquí, y atacaron un edifico civil en construcción, causando la muerte de ocho civiles. Oficiales estadounidenses negaron la muerte de civiles, a pesar de que los ochos féretros que aparecen en la foto que acompaña sus declaraciones hablan por sí solos, y se felicitaron por haber acabado con la vida de "un terrorista de Al Qaeda", en línea con su determinación de operar bajo una "definición expansiva de autodefensa" que legitima los ataques a militantes en países soberanos sin su consentimiento.
No se hizo esperar la reacción de Siria, que ordenó el cierre de dos centros estadounidenses en Damasco: el centro cultural y la escuela primaria, dos vínculos que ayudaban a mantener lazos entre la sociedad civil de ambos países. La embajada estadounidense en Damasco, por su parte, ha suspendido sus actividades administrativas y ayer se cerró durante la manifestación que se celebró a sus puertas para pedir explicaciones por el ataque.
Con el cierre de estos centros, represalia por un ataque ilegal e injustificado a su territorio, Siria y Estados Unidos se distancian más si cabe de un posible diálogo que centros como este tratan de fomentar: la escuela americana, inmersa en un gran número de actividades de la vida social damasquina, planteaba como uno de sus objetivos conseguir “una mayor concienciación e implicación social de sus estudiantes y de toda la comunidad”, y patrocinaba proyectos de recaudación de fondos en apoyo a víctimas iraquíes y palestinas.
Además, los niños de la escuela recibían clases de capoeira de Tarek Alsaleh, Musa Mokraoui, y los alumnos sirios y de otras nacionalidades que los acompañan en la difusión de esta disciplina a lo largo y ancho de Siria. Dos veces por semana, durante el descanso entre asignaturas, practicaban los pasos, cantaban al son del birimbau, aprendían a tocar los instrumentos de la capoeira y de paso algo de portugués, la lengua de esta disciplina. Esta actividad con niños de los entornos más privilegiados de Siria servía para mantener la financiación necesaria para las actividades con los más desfavorecidos, los niños de los barrios de refugiados palestinos e iraquíes a los que Capoeirarab da clases gratuitamente.
En mi viaje a Siria este verano tuve la oportunidad de vivir de cerca algunos de los momentos de Capoeirarab en la Damascus Community School, momentos que aprovecho para compartir con vosotros mientras la escuela cierra sus puertas y se despide de sus alumnos.
1 comentario:
Salud!
le comento que he sido estudiante de dicho establecimiento. Soy Argentino y me gustaria saber mas al respecto. Sé ke ha pasado tiempo desde ke la escuela cerró pero me gustaría saber mas sobre mis ex compañeros.
Desde ya, muchas gracias.
Mi e-mail es lemcap78@hotmail.com
Publicar un comentario