sábado, 9 de mayo de 2009

Yemen: continúa la división entre el Norte y el Sur

"No a la guerra contra el periodismo", dice el cartel ante el que decenas de periodistas yemeníes se reunieron el 7 de mayo, después de que las autoridades de Yemen secuestraran 8 periódicos locales. El gobierno castigó así la cobertura que estos medios hicieron de las últimas protestas en las provincias del sur del país y de la entrada del ejército para reprimirlas. El secuestro coincidió, casualmente, con la celebración del "Día Mundial de la Libertad de Prensa".

La República de Yemen, país islámico fronterizo con Arabia Saudí, Omán, el Mar Arábigo y el Mar Rojo, tiene sólo 19 años. Se declaró en 1990 unificando la República Árabe del Yemen del Norte y la República Popular Democrática del Sur. En ese año se aprobó la constitución que declaraba el compromiso del país con unas elecciones libres, un sistema político multipartidista, el derecho a la propiedad privada, la igualdad ante la ley y el respeto por los derechos humanos fundamentales. En 1993 se celebraron elecciones al Parlamento que contaron con observadores internacionales, en un momento histórico que suponía el fin de siglos de división entre las provincias del Norte y las del Sur, alineadas con tendencias políticas e ideológicas opuestas.

El Norte de Yemen está tradicionalmente basado en alianzas tribales, con pactos entre familias que garantizan la seguridad y el orden. Las qabilas, estructuras tribales, han condicionado las decisiones del gobierno, y el sistema establecido está basado en la sharia, la ley islámica. Por su carácter fuertemente religioso ha mantenido estrechos vínculos con Arabia Saudí.

El Sur, con capital en Adén, fue colonizado por Inglaterra durante 130 años. El modelo legislativo, judicial y educativo inglés, acompañado de un fuerte desarrollo económico, sentó las bases de una sociedad civil de gran producción cultural y tolerancia religiosa, con el auge del periodismo ocupando un papel central en la difusión de todos estos avances. Abundaban las publicaciones en árabe, inglés, indio y persa, ya que gran cantidad de gente de distintas nacionalidades convivía en la República del Sur. Se estableció una ley de partidos, la separación estricta entre religión y estado, movimientos obreros y sindicales, y una amplia cobertura sanitaria y educativa, y comenzaron a acceder las mujeres al mercado laboral en igualdad de condiciones. Tras su independencia de Inglaterra en 1967, se alineó con la ideología marxista que lo acercó al bloque soviético, y con el nacionalismo árabe del egipcio Gamal Abdel Nasser.

Todo esto situó al Sur a años luz del sistema tribal del Norte, y las diferencias llevaron al estallido de varias guerras, hasta que en 1990 se formó la República de Yemen con el objetivo de unir Norte y Sur, con capital en Sanaa. Pero la constitución de la República de Yemen, que se planteó como una alianza de los sistemas del Norte y el Sur, supuso en realidad un triunfo del sistema político del Norte, que las potencias occidentales apoyaban, frente al aislamiento del sur del Yemen con la caída del bloque soviético. El Partido Socialista de Yemen, representante del Sur, fue progresivamente marginado a través de diferentes enmiendas a la constitución, que buscaban la centralización del poder.

Este desequilibrio provocó levantamientos que desembocaron en una guerra civil en 1994, que avivió la desconfianza entre el Sur y el Norte del Yemen. El gobierno invadió el Sur, donde se produjeron la mayor parte de los combates y las muertes, confiscó tierras propiedad de civiles y de miembros políticos del sur, expulsó de sus puestos a cien mil civiles y militares sureños, poniendo a norteños en su lugar, cerró medios de comunicación del sur, y modificó los nombres de las calles por los de personalidades del norte.

Según, Dr. Abdullah Al-Faqih, Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Sanaa, "el sistema económico del país se volvió similar a los de las colonias, en los que beneficios económicos seguían una dirección única: del sur hacia el norte". Según el Profesor Bob Burrowes, de la Universidad de Washington, tras la guerra civil, el Presidente Ali Abdallah Saleh se instala en la corrupción y el nepotismo, ya que para mantenerse en el poder necesita de la lealtad de los líderes tribales y del ejército, a los que concede privilegios y permite todo tipo de abusos.

Los ecos de esta guerra, que hundió la economía del país, siguen sonando con fuerza 15 años después. El Discurso del Presidente Saleh en el 15º aniversario del estallido del conflicto llamó a la unidad y cargó contra los "traidores separatistas", a los que habitualmente tilda de peligrosos marxistas, comunistas y apóstatas, advirtiéndolos de que acabaría con cualquier amenaza contra la integridad nacional. Según Aidroos Nasr Naser Al-Naqeeb, el líder del Partido Socialista de Yemen en el Parlamento, bajo la defensa de la unidad se encuentra el deseo de mantener el status quo. La violenta represión contra las protestas en el Sur es, según Al- Naqueeb, un reflejo de la violencia institucionalizada tras la guerra. La presencia de AlQaeda en Yemen y la alianza del país con Estados Unidos en la "guerra contra el terror" contribuye también a dar carta blanca a las autoridades en la represión de otras disidencias.

Esta violencia institucionalizada ha militarizado la vida civil en el Sur de Yemen, inundado de checkpoints que el ejército controla para evitar cualquier levantamiento. Los habitantes del Sur, ante lo que consideran una violación constante de sus derechos fundamentales, piden la autodeterminación como única vía para recuperar sus derechos, y reclaman que se cumplan las resoluciones 924 y 931 de la ONU, que instan al gobierno de Yemen a "no imponer la unidad a través de la fuerza, y a retirar las fuerzas militares del Sur."

El último episodio del enfrentamiento entre el Norte y el Sur es el secuestro de 8 periódicos de las provincias del Sur que cubrieron las protestas en el aniversario de la guerra civil y la entrada de los tanques del ejército para reprimirlas. Los periódicos fueron tachados de traidores secesionistas y amenaza a la integridad yemení, en un ataque contra la prensa que no es nuevo en Yemen. El periodista Abdel Karim Al-Khaiwani ha sido arrestado en varias ocasiones por sus críticas a la corrupción del gobierno, las acciones militares y la falta de existencia de un sistema judicial independiente.

Al-Khaiwani, que ha atraído la solidaridad internacional, explica que "la libertad de prensa no se puede promover aisladamente en Yemen, sino que debe integrarse en un proceso global de reforma". Propone fomentar un espíritu local de defensa de la libertad independizando los medios oficiales de información, ya que el gobierno yemenita es propietario de 8 diarios y semanarios, aboliendo el Ministerio de Información y rechazando el control gubernamental de la Asociación de Periodistas. Así, la información se centrará en una visión libre que articule la política del país, en vez de ser la voz de las autoridades.

Son necesarias estas reformas y muchas otras en un país en el que se agotan los recursos petrolíferos y crecen los problemas sociales y económicos. De lo contrario, la guerra civil planea de nuevo sobre Yemen.

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