Acabo de llegar a Marrakech y ya noto cómo el tiempo camina más despacio. Este año mi estancia de un mes en Damasco no ha sido posible y disfrutar de Marruecos, donde viví durante ocho meses, consuela la nostalgia y a la vez la aviva. Los olores dulzones, los calores que se adhieren a la piel, los humos, las sonrisas curiosas, los contactos visuales incansables, son intensamente familiares y me siento como un pariente de segundo grado que recibe una calurosa acogida con cada visita esporádica. Mi identidad sufre una sacudida y aflora el lado sirio en los saludos, las distancias, las cercanías. Nunca seré tan siria como cuando viajo a otro país árabe.
En el taxi de vuelta al hotel Hicham, en la calle Mansour Addehbi, espero que el conductor me haga la pregunta: "¿Masria, suria, libnania?" (¿egipcia, siria, libanesa?). Contesto "Suria" y se llena de un orgullo que identifico bien. La percepción de Siria que tienen los marroquíes no puede ser mejor. La nostalgia de la madre patria oriental se alimenta de la música globalizada procedente de la zona sirio-libanesa, de las telenovelas que causan furor en todo el mundo árabe y cuyo acento los marroquíes imitan con coquetería. Existe una empatía de la pérdida y la decadencia difícil de romper. "Basshar Alasad. ¡Ese sí que es un hombre!", suspira el taxista. "El único líder árabe que de verdad planta cara a Israel". Se lanza a hablar atropelladamente y por desgracia me cuesta entenderlo, mucho más que a él entenderme a mí, pero por lo que he comprendido nos está relatando su participación contra las tropas israelíes antes de la ocupación de los Altos del Golán.
El supuesto papel de los sirios como bravos guerreros resistentes a la presión occidental daría mucho que debatir, pero no hace ninguna falta debatirlo ahora. No quiero romper ese momento de patriotismo panárabe efusivo y honesto que en política nunca ha dejado de ser una quimera.
En el taxi de vuelta al hotel Hicham, en la calle Mansour Addehbi, espero que el conductor me haga la pregunta: "¿Masria, suria, libnania?" (¿egipcia, siria, libanesa?). Contesto "Suria" y se llena de un orgullo que identifico bien. La percepción de Siria que tienen los marroquíes no puede ser mejor. La nostalgia de la madre patria oriental se alimenta de la música globalizada procedente de la zona sirio-libanesa, de las telenovelas que causan furor en todo el mundo árabe y cuyo acento los marroquíes imitan con coquetería. Existe una empatía de la pérdida y la decadencia difícil de romper. "Basshar Alasad. ¡Ese sí que es un hombre!", suspira el taxista. "El único líder árabe que de verdad planta cara a Israel". Se lanza a hablar atropelladamente y por desgracia me cuesta entenderlo, mucho más que a él entenderme a mí, pero por lo que he comprendido nos está relatando su participación contra las tropas israelíes antes de la ocupación de los Altos del Golán.
El supuesto papel de los sirios como bravos guerreros resistentes a la presión occidental daría mucho que debatir, pero no hace ninguna falta debatirlo ahora. No quiero romper ese momento de patriotismo panárabe efusivo y honesto que en política nunca ha dejado de ser una quimera.
2 comentarios:
Leila - Gracias a -your support for Mohammad Othman, and your wonderful work!!
To see a passionate pro-peace effort by artists from both sides go to- http://www.AbrahamFilm.org/feature/feature.html If you like what you find, please share it! Karen
Thanks, Karen! It sounds wonderful. May I know how to contact you? Send your blog, facebook or twitter so we can keep sharing.
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