jueves, 12 de agosto de 2010

Ramadán en Damasco

Cada vez que vengo a Damasco hay una visita obligada: las compras en el zoco del Hamidie con mi tía Básima. Suelo ir a ese zoco a menudo a tomar un té en la famosa cafetería Naufara, a dar un paseo hacia la zona antigua de Bab Tuma, de mayoría cristiana, a comprar dulces, té o flores para infusión. Pero las compras importantes las dejo para el día en que me acompaña mi tía. Nadie como ella sabe cómo y dónde comprar. Es Ramadán pero Básima Nachawati es inasequible al hambre y a la sed y no parece que el ayuno le afecte.

Normalmente nos lleva mi tío Mohammad en el Mazda, un coche que es un milagro de la ciencia. Tiene más años que mi prima la pequeña, que acaba de cumplir los 20, y sigue tirando. Cada año pienso que será el último de vida del destartalado coche azul pero sigue cumpliendo su función día tras día, del mercado a casa, de casa a la finca de mi tío Majed, de la agencia de publicidad donde mi prima Hiba está como becaria a casa, de casa a la mezquita... Es cierto que tiene sus recaídas, y hace unos días nos vimos en mitad de la carretera con una rueda completamente desinflada. Nos dimos cuenta de que algo fallaba porque el coche renqueaba y al mirar por la ventana vimos que el neumático parecía un huevo frito y tostado al sol. Bajó mi primo Yihad y se pusieron manos a la obra, a 50 grados.
Esta vez no hubo más incidentes y mi tío nos dejó sin contratiempos en la entrada del zoco, junto a la estatua de Saladino. Pero antes le regaló a mi tía una flor de jazmín del árbol que aromatiza nuestra esquina del Baramke, junto a la Facultad de Económicas.Mis tíos se regalan a menudo gestos tan bonitos que siempre me quedo con ganas de compartirlos. Realmente he visto pocas parejas que tras más de 30 años, 5 hijos en común, una vida nada fácil y complicaciones de todo tipo se quieran y se entiendan como ellos dos. Una escena común es verla a ella cosiendo o rellenando una almohada y a él en el sofá de enfrente recogiendo la colada, doblando con esmero la ropa interior y colocándola en montañitas distintas, con alguna teleserie o dibujos animados de fondo.

Llegamos al zoco temprano y estaba poco concurrido. Gran parte de los sirios que ayunan prefieren no exponerse demasiado al sol y al ejercicio físico durante el Ramadán, especialmente cuando cae en esta época tan tórrida del año, así que la mayoría de visitantes del zoco eran extranjeros, muchos de ellos españoles. Recorrimos sin agobios las tiendas de Bab Sriye, uno de los barrios más antiguos de Damasco, donde abundan los puestos de oficios tradicionales, como zapateros o curtidores, y edificios de construcción tradicional, conocidos como "casas árabes", abiertas a un patio interior con fuente y árboles frutales. En una casa árabe de Bab Sriye, en el corazón de Damasco, nacieron mi padre y sus 8 hermanos.

Me encuentro con una sorpresa a la entrada del zoco del Hamidia. Un enorme estandarte da la bienvenida, en árabe y en turco, a la Flotilla de la Libertad, al gobierno turco y en concreto a su Presidente, Recep Tayyip Erdogan. Con este mensaje Siria incide en su apoyo a Turquía, a las iniciativas contra la ocupación de Palestina y en su condena a Israel, en un contexto de aumento de la tensión entre Israel y Líbano.



(En grande) Salud y mil bendiciones a la Flotilla de la Libertad. El pueblo sirio agradece y ofrece su cariño al Presidente turco y a las familias de los mártires. ¿Dónde están el Consejo de Seguridad y las Naciones Unidas? No están...

(En letra pequeña) La victoria llegará con la voluntad de Dios de mano de Su Excelencia el Presidente Basshar El Asad.




Recuperada de la sopresa ante este gesto tan simbólico en el punto neurálgico del turismo en Damasco, continúo de compras con mi tía, que no entiende por qué me paro tanto ante el anuncio. Pasamos por puestos de bolsos, arguila (pipas de agua), chales de colores y cajitas con grabado damasquino de la parte moderna del Hamidie, que ha sido restaurada últimamente. Está cubierta y protegida tanto del fuerte calor del verano como del frío del invierno. También se ha pavimentado el suelo, y se ha restaurado toda una hilera de puertas de puestos de artesanía, a imagen y semejanza del escenario de Bab El Hara, la teleserie siria que hace furor en todo el mundo árabe. Bab El Hara se ambienta en la época de las revueltas contra la colonización francesa y sus decorados han inspirado las reformas del zoco damasquino.

Tomo fotos de las puertas, de las especias y los dulces damasquinos, de los puestos de bolsos y sandalias... mientras mi tía discute los precios con los dependientes. Regatear es algo que no sé ni nunca sabré hacer, y la verdad es que paso momentos de mucho bochorno cuando mi tía hace como que no da crédito al precio que le propone el dueño del puesto, y este hace como que se indigna muchísimo y dice que se siente insultado y que no se levanta y trabaja 12 horas al día para que le tomen el pelo.Aunque es cierto que esto es parte de la esencia damasquina, y que así funcionan las relaciones humanas en la compra-venta, he notado que cada vez hay menos margen para el regateo y mi tía ya no consigue bajar el precio a la mitad o a la tercera parte como solía. Según me han contado, los efectos de la recesión mundial en la frágil economía siria se han notado mucho en las ventas y los comerciantes ajustan cada vez más los precios.

A la salida compramos mlujie y cilantro seco para mis padres. Nos recoge mi primo Maauwia, que viene desfallecido de hambre, sed y ansia de nicotina. Los efectos del Ramadán se notan también en la conducción y el tráfico va más caótico que de costumbre. Mi primo frena y gira con impaciencia, despotrica contra todo y contra todos (con su particular sentido del humor, eso sí), y mi tía le dice que todo lo que gana con el ayuno lo pierde con esa mala lengua, y que no sabe de dónde ha aprendido ese lenguaje que nunca se ha usado en casa (mi primo está casado y tiene 30 años ;). El resto de los conductores no se queda atrás: el hambre, la sed, y sobre todo el mono de tabaco, son palpables.

Todas las fotos del verano damasquino en mi galería de Flickr.

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