Los taxis abundan en Damasco y es normalmente fácil encontrar uno a cualquier hora. Excepto este verano, que resulta cada vez más difícil que alguno se pare y a menudo es más rápido ir caminando. Será el turismo, será que comienza el Ramadán... Es común que el taxista pregunte por la ventana al cliente a dónde quiere ir, y que con un gesto de la cabeza muy sirio diga que no le interesa esa ruta.
Así que a menudo voy caminando y como tengo la orientación de un pato es común que me pierda o me vea atrapada en caminos retorcidos o callejones sin salida. Lo bueno es que es más fácil caminar ahora que me han arreglado las sandalias mas cómodas que tengo. Las llevé al zapatero en Madrid y tras echarles un vistazo me dijeron que la piel se había rasgado demasiado y que las tirase, pero me las traje aquí sabiendo el arte que tienen los zapateros de la zona de Bab Yabie, conocidos por su maña para apañar hasta los zapatos más desastrados. Y en 5 minutos los untó de cola, les pegó una plantilla fina de piel del mismo color y me los dejó como nuevos.
Al salir del zapatero y tratando de llegar hasta mi clase de árabe junto a la calle 29 de Mayo, me vi atrapada entre una hilera de vehículos en una dirección y una hilera en la dirección contraria, justo cuando se lanzaban todos los coches en tropel. Sonaban tantas bocinas a mi alrededor que me atolondré y sólo era capaz de dar vueltas alrededor de mí misma, como un trompo, esperando que aquello se parase para dejarme un hueco por donde salir. Por supuesto nada se paró pero de algún modo que no recuerdo encontré la salida de ese atolladero, con mi mochila de guiri a cuestas.
El tráfico es una locura aquí. Los semáforos escasean, igual que las señales de stop , a las que de cualquier modo no se les hace mucho caso. Cruzar una carretera de doble sentido es una aventura para los que no tenemos la intuición de quienes viven aquí todo el año y saben cuándo y cómo lanzarse sorteando los coches que vienen de frente a toda velocidad. Normalmente espero a que algun peatón con pinta de espabilado cruce y me pego a su espalda, imitando sus movimientos, acelerando cuando acelera, esperando prudentemente cuando espera. A veces voy tan pegada que se sobresalta al darse la vuelta y verme pisándole el talón.
La mayoría de conductores tiene unos reflejos que los sacan de apuros de los que no sabríamos salir los demás. Pero también hay muchos que apenas conocen los básicos del manejo del vehículo y de cómo desenvolverse en la carretera. Una de mis primas compró (y esto es literal, no exageración) su licencia y conduce su coche automático sin saber absolutamente ninguna regla de cómo y cuándo ceder el paso, adelantar o cambiar de carril. Pita cada dos por tres sin venir a cuento, cambia de carril cuando le place y media hora antes de girar en el acceso a su casa ya pone el intermitente para dejar el trabajo hecho. Los que vienen detrás se despistan al ver que un cruce tras otro sigue sin girar y nos gritan al pasar, haciendo gestos con el brazo fuera del coche. Ella los llama maleducados y sigue a lo suyo como si nada, a velocidad de tortuga.
Más fotos del verano damasquino en mi galería de flickr.
La mayoría de conductores tiene unos reflejos que los sacan de apuros de los que no sabríamos salir los demás. Pero también hay muchos que apenas conocen los básicos del manejo del vehículo y de cómo desenvolverse en la carretera. Una de mis primas compró (y esto es literal, no exageración) su licencia y conduce su coche automático sin saber absolutamente ninguna regla de cómo y cuándo ceder el paso, adelantar o cambiar de carril. Pita cada dos por tres sin venir a cuento, cambia de carril cuando le place y media hora antes de girar en el acceso a su casa ya pone el intermitente para dejar el trabajo hecho. Los que vienen detrás se despistan al ver que un cruce tras otro sigue sin girar y nos gritan al pasar, haciendo gestos con el brazo fuera del coche. Ella los llama maleducados y sigue a lo suyo como si nada, a velocidad de tortuga.
Más fotos del verano damasquino en mi galería de flickr.
6 comentarios:
Me encanta. Es todo tan "sirio". Es decir, sigue todo casi igual. Me he reído mucho leyéndote. Un besito sultana :D
Me alegra que te guste :) Yo también me río de mí misma cuando me veo en esas situaciones, aunque a veces paso momentos de pánico, normalmente por el tráfico.
Qué maravilla ese momento del zapatero que es capaz de arreglar hasta el zapato más desastroso. Y qué bien contado, Leila. Me gusta mucho tu blog.
¡Un abrazo!
Yaiza (del EIF de Gijón)
Me quedé sin poder volver a Damasco este verano, pero tus posts me hacen olvidar por un ratito que estoy en Madrid, y me acuerdo de lo bien que me lo pasé en Siria. Gracias!!!
Ay leila, eres buenísima! cómo disfuto leyendo tus posts y este en especial, me ha hecho reir mucho, haces que me transporte y consigues que te vea sumida en un caos del que siempre sales. Sigue deleitándonos con tus aventuras y tus artículos,que me tienes enganchada. Un abrazo enorme
Gracias a vosotras :) El ultimo comentario no se de quien es, alguien del EIF?
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