La orientación sexual es todavía en la mayor parte del mundo árabe un tema tabú y en el que no abunda un debate con diversidad de opiniones. Hace unos días encontré en Resetdoc. Dialogues on civilizations, una discusión poco habitual en la que salen a la luz implicaciones que van más allá de lo sexual y entran en lo político y en lo sociocultural.
En el mundo árabo-islámico no existe una tradición organizativa de defensa de los derechos homosexuales similar a la europea o a la estadounidense. Es evidente que distintas orientaciones sexuales existen desde siempre en estos países, pero no se han formado organizaciones de defensa de los derechos homosexuales hasta hace poco. Actualmente existen en Líbano, Turquía y Palestina. En el resto de países árabes han comenzado a formarse recientemente grupos clandestinos o organizaciones que trabajan desde el exilio.
En su libro Desiring Arabs, Joseph Massad, Profesor de Política Árabe Moderna e Historia Intelectual en la Universidad de Columbia, critica el modo en que desde los países occidentales se etiquetan distintos modos de vivir la sexualidad. Los conceptos homosexual y heterosexual, acuñados en Europa Occidental y Estados Unidos en el siglo XIX, son para Massad la institucionalización de la diferencia entre individuos en base a su orientación sexual, una ordenación en la que el homosexual es el Otro. El intento de imponer esta categoría binaria en el mundo árabe, donde afirma que esta subjetividad no existe, es desde esta lectura una manifestación más de imperialismo que busca transplantar modelos occidentales a sociedades árabo-islámicas. Cito un párrafo del libro que explica esta idea, central en el planteamiento de Massad:
Lo que está emergiendo en el mundo árabe, y en el resto del tercer mundo, no es un esquema universal del proceso de la Historia, sino la imposición de modelos occidentales por la fuerza y su adopción por parte de élites del tercer mundo. Esto reprime cualquier otro movimiento que pueda surgir de forma local y garantiza un único modo posible para la transformación. (pp 49-50)
La asociación con el Orientalismo de Said no es casual. En 1978, Edward Said, profesor palestino de Literatura Comparada en la Universidad de Columbia, publicó Orientalismo, un libro en el que se desmontan los mecanismos de fabricación del Otro en los que se basa el pensamiento colonial occidental desde finales del siglo XVII y que representa lo oriental como exótico, decadente y corrupto. Según Said, Oriente no es un tema sobre el que se pueda tener libertad de pensamiento, puesto que "se nos da ya definido, acotado y dispuesto de una forma cerrada y acabada." Entre Oriente y Occidente existe una relación de poder y subordinación que define el nosotros contra todos aquellos no europeos y que tiene su reflejo en la historia, la filología, la economía, la teoría política y todo el discurso occidental.
Massad fue alumno de Said y toma de él gran parte de las ideas de base de su obra. Partiendo del análisis del enfoque orientalista se centra en la sexualidad árabe, el modo en que esta sexualidad se plasma a través de escritos recogidos desde el siglo XIX y el acercamiento occidental a lo árabe desde el punto de vista sexual, primero como un Otro licencioso e hipersexuado y actualmente como un Otro retrógrada a quien hay que imponer el modelo occidental de liberación sexual.
Ghassam Makarem, Director de Helem (Lebanese Protection for Lesbians, Gays, Bisexuals and Transgenders), acusa a Massad de las mismas difamaciones en las que se basa el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad para condenar a los homosexuales. Es difícil, sin embargo, tachar a Massad de homófobo, quien a través de su trabajo académico deja claro que se opone a cualquier forma de discriminación.
Encuentro atractiva e impecablemente desarrollada la teoría de Massad, pero echo en falta más soluciones prácticas adaptadas a la realidad del terreno como alternativa al modelo que rechaza. La discriminación y los abusos contra los homosexuales existen en los países árabes, ya sea a través de leyes represoras como las que se imponen mediante la sharia o ley islámica en Irán o Arabia Saudí, o de la persecución social, como en el caso de Iraq, donde la homosexualidad no está prohibida pero sí socialmente mal vista, lo que resulta en numerosas agresiones y torturas denunciadas por Human Rights Watch. Estas agresiones existían instucional y socialmente en los países occidentales hasta hace poco (como es el caso de España hasta los años 70), y si en estos países ha surgido un modelo que ha conseguido garantizar la igualdad de derechos no es necesariamente negativo el seguirlo. Muchos otros modelos occidentales han sido adoptados con más o menos éxito en distintos momentos por los países árabes e islámicos.
Quizás puedan surgir modelos de defensa de la libertad sexual que respondan mejor a realidades socioculturales diversas, pero mientras tanto, ¿es preferible esperar o puede servir el modelo occidental como referencia?
Massad fue alumno de Said y toma de él gran parte de las ideas de base de su obra. Partiendo del análisis del enfoque orientalista se centra en la sexualidad árabe, el modo en que esta sexualidad se plasma a través de escritos recogidos desde el siglo XIX y el acercamiento occidental a lo árabe desde el punto de vista sexual, primero como un Otro licencioso e hipersexuado y actualmente como un Otro retrógrada a quien hay que imponer el modelo occidental de liberación sexual.
Ghassam Makarem, Director de Helem (Lebanese Protection for Lesbians, Gays, Bisexuals and Transgenders), acusa a Massad de las mismas difamaciones en las que se basa el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad para condenar a los homosexuales. Es difícil, sin embargo, tachar a Massad de homófobo, quien a través de su trabajo académico deja claro que se opone a cualquier forma de discriminación.
Encuentro atractiva e impecablemente desarrollada la teoría de Massad, pero echo en falta más soluciones prácticas adaptadas a la realidad del terreno como alternativa al modelo que rechaza. La discriminación y los abusos contra los homosexuales existen en los países árabes, ya sea a través de leyes represoras como las que se imponen mediante la sharia o ley islámica en Irán o Arabia Saudí, o de la persecución social, como en el caso de Iraq, donde la homosexualidad no está prohibida pero sí socialmente mal vista, lo que resulta en numerosas agresiones y torturas denunciadas por Human Rights Watch. Estas agresiones existían instucional y socialmente en los países occidentales hasta hace poco (como es el caso de España hasta los años 70), y si en estos países ha surgido un modelo que ha conseguido garantizar la igualdad de derechos no es necesariamente negativo el seguirlo. Muchos otros modelos occidentales han sido adoptados con más o menos éxito en distintos momentos por los países árabes e islámicos.
Quizás puedan surgir modelos de defensa de la libertad sexual que respondan mejor a realidades socioculturales diversas, pero mientras tanto, ¿es preferible esperar o puede servir el modelo occidental como referencia?
4 comentarios:
Salam, me gustaría citar tu post. Como idea adyacente de homosexualidad, islam pero no Arabia sino Asia, ¿has oído hablar del cineasta y activista LGTB Parvez Sharma?
(un matiz también: muy bueno el enlace sobre la sobreutilización de la palabra Sharia, pero, en consonancia, se agradecerían unas comillas o una cursiva en el "ley islámica" de al lado)
Massad contestó a Makarem:
http://www.resetdoc.org/EN/Massad-counter-replies.php
Gracias, Small Blue Thing, por el comentario, tomo nota de la sugerencia de cursiva. He oído hablar de Parvez Sharma y su película "A Yihad for love" pero no he llegado a verla. ¿Te ha gustado a ti?
Sí, además sigo su blog.
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